lunes, junio 26, 2006

Conferencia del Rabino Eduardo Feldmann sobre “Liderazgo”, para ejecutivos de VTR.

Viernes 26 de Mayo, 2006.

Quiero agradecer la gentileza que Vision Consulting y VTR han tenido en invitarme a retroalimentar a través de mi experiencia, las herramientas que VTR nos proporciona. Al plantearme frente a una gran empresa, a elaborar sobre el concepto de liderazgo, y sobre espiritualidad, me gustaría reflexionar con Ustedes.

El liderazgo es un concepto que hoy en día se aborda hasta el cansancio. Líder, liderazgo, talleres de liderazgo, conferencias de liderazgo. Esta no es la primera ni será la última. Es el mantram del momento, la obsesión de las consultorías, un lugar común de la cultura contemporánea.

Y en este módulo, se une este concepto de liderazgo al de espiritualidad, de modo que llamamos a este extraño pas de deux “Liderazgo y Espiritualidad”.

Parto por el concepto que me es esencial: espiritualidad. La espiritualidad es la conexión del ser humano con el espíritu. Sea Dios, sea lo divino en el cosmos, en la vida, en nosotros. Y Dios, lo divino, lo espiritual, lo sagrado, no se deja manipular. El alma no es manipulable ni controlable. No está en función de ninguna agenda. Ni de maximizar ganancias, ni de mejorar relaciones con los clientes, ni de estimular la productividad. La espiritualidad es la libertad del alma en pos del sentido, la libertad inherente de amar desinteresadamente.

Vinimos del espíritu, y encarnamos con nuestra alma aquí en la tierra. Nadie de nosotros nació con manual de instrucciones atado al tobillo, como una prenda con etiqueta. Nadie de nosotros nació con un rotulito que reza: “Ojo: líder”. Ninguna guagua viene determinada a reducir la vida a un factor conductual, económico o productivo.

La economía no es una ley divina. Es una convención civilizacional. Hoy existe, y por complejos psico-sociales, está rigiendo nuestras vidas. Pero no es Dios. Por ello, intentar perfumar de espiritualidad a esta conferencia sobre liderazgo, me parece un error. Peor, sería idolatría. Sería poner al misterio divino en función de esta convención civilizacional que es el mercado, la competencia y el liderazgo, que a fin de cuentas es una palabra comodín para señalar lo que subyace a una empresa: aumentar las ganancias, ampliar la clientela, ganar a la competencia.

Mi rol como rabino, como un ser humano abocado a la espiritualidad, no puede ser poner a lo espiritual en función de estos objetivos. No sólo porque es imposible que una espiritualidad honesta sea puesta en función de una agenda interesada, sino porque constituye una reducción de lo divino. Y reducir lo divino es una ofensa al alma, al espíritu, a la vida.

Lucro y alma no son matrimonio. Ni siquiera pololos, ni siquiera pareja de baile. Lucro busca seguridad, poder, status. Es un asunto del ego. El alma no busca nada de eso. El alma encuentra, canta, susurra, goza, llora, crea, ama. No necesita absolutamente nada para ello. Alma es ser. Y sobre todo, el alma es absolutamente desinteresada. El liderazgo empresarial es absolutamente interesado, incluso cuando trata de ser desinteresado.

El alma no es interesada, no es manipulable, controlable, sujeta a ser puesta en función de una agenda. Menos aún, de un plan que implica afán. El alma no se afana, no tiene nada que ver con el afán, ni con la ambición.

Entonces el sentido de este módulo esta tarde, no es el de perfumar de “valores espirituales” un afán que proviene del ego. Sino primeramente de preguntarnos ¿Por qué estamos obsesionados con el concepto de liderazgo? ¿Por qué nos hemos embobado con esta equívoca palabra anglosajona que nos chicotea y exige ser leones en una selva cada vez más llena de gatos desesperados por verse como leones?

Ningún ecosistema sobrevive sólo con leones, y ninguna sociedad sobrevive sólo con líderes. De hecho no sólo los leones son líderes. Las gallinas también lo son. Cada ser es líder en su rol. Un pájaro trina, un caracol repta, una estrella centellea. Ningún ser es más líder que otro. Ni siquiera en la jauría de perros esquimales. El perro esquimal que va adelante en el trineo, es aquél que sufrió un destete temprano, y quedó extraño. Ese perro o perra, es más sensible y agresivo, más taciturno y capaz de descubrir el hielo delgado y anteponerse a los peligros. Pero no es un perro feliz, ni tampoco es el perro mejor. Es el perro líder. Nada más. Líder no es un adjetivo bueno o malo, es una condición totalmente relativa. Y ajena a la matriz cultural de este país.

No debemos proponer a la espiritualidad en función del ego. No sólo porque no es ético, sino porque no resulta jamás. De eso podemos estar seguros a estas alturas.

Ahora bien, VTR tiene una vocación, y ella es la de conectar. Y hoy las tecnologías que permiten conectarnos a unos con otros están avanzando impresionantemente. Banda ancha, telefonía celular de tercera, cuarta y pronto quinta generación; y más adelante, la urdiembre de las conexiones a todos los aparatos domésticos y de oficina; a todos los aparatos públicos y privados, sin que se note: un refrigerador que manda a comprar lo que se está acabando; una mesa de comedor conectada a banda ancha; la capacidad de una pared para convertirse en televisor de pantalla plana.

Todo eso es interesante, potencialmente positivo. Pero no es comunicación per sé. Usamos nuestros pulgares en tecnologías conectivas, pero la calidad de nuestra comunicación es vergonzosa comparada con la de las cartas a mano y por coreo del pasado. Y quienes gozamos de TV-cable de VTR como yo, muchas veces recorremos setenta canales sin obtener la música de una noche con grillos, sin sintonizar a nadie que enseñe a amar, que imparta cómo enfrentar el dolor, o que explique cómo se toma una decisión importante en la vida. Tenemos más conectividad, y más rápida. Tenemos simultaneidad, y cantidades de estímulos. Tenemos canales de intereses transnacionales, y otros que sólo persiguen el rating, sin escrúpulos por la máxima vulgaridad y mediocridad.

Una conectividad con espiritualidad nos podría ayudar a crear verdaderamente opciones de mayor comunicación. Y eso es lo que ocurre con el Internet.

El pueblo judío, aún con la centralidad del estado de Israel, vive en gran medida disperso por todo el mundo. El Internet ha logrado que la comunicación de siglos y milenios sobre las fuentes, el catálogo del inmenso caudal de conocimientos, interpretaciones e innovaciones, esté al alcance de casi todos. Y un pueblo que basa su vida en el diálogo en torno a nuestras fuentes, ha encontrado en el Internet una herramienta maravillosamente útil, que nuestros rabinos de antaño jamás soñaron, y que si lo hubieran tenido, probablemente habrían pensado que es un regalo divino.

En mi labor cotidiana, ciertos sitios de Internet, así como el correo electrónico, son herramientas tan fundamentales, ¡que no recuerdo ya cómo era antes! Y VTR posibilita un programa del canal ARTV, como Mesa de Credos, en el que representantes de diversas tradiciones religiosas podemos conversar sobre los más diversos temas amigablemente, y ser vistos y oídos por miles de televidentes. Eso es algo nunca antes tenido por los chilenos y chilenas; y algo que nos bendice a todos en la paz y el conocimiento, la empatía y la hermandad.

El mayor desafío que veo, es que no perdamos la vivencia compartida de la espiritualidad, la experiencia colectiva de la sinagoga, reemplazado por una religiosidad virtual, egocéntrica. Que no sustituyamos la interacción humana de celebrar juntos a Dios, por quedarnos con la experiencia solitaria del Internet. En ese sentido, nos estamos preparando para que los jóvenes puedan discernir el Internet como una herramienta, no como una modo de vida, que reemplace la experiencia directa del prójimo, de la vida, de Dios y su crecimiento en nuestra particular tradición espiritual.
Y lo hacemos insistiendo en las agrupaciones juveniles, la comunicación, los juegos compartidos en la educación judía.

Internet ha traído bendición y enormes posibilidades, vida y creatividad al judaísmo contemporáneo. Creo que en la medida en que Internet sea liberado de mensajes de odio, de antisemitismo, de insidia, seguirá siendo una herramienta preciosa, un aporte. Y en ese sentido, VTR quizás ni sabe la bendición que nos proporciona. El teléfono celular ha salvado vidas. Pero a veces interrumpe la conversación más profunda, o el primer beso de una parejita adolescente. La premisa del celular es que todo tiempo tiene la misma sustancia, que no existen tiempos sagrados. Todo tiempo puede ser interrumpido, invadido. Todo espacio puede ser penetrado con celular, amenos que nos lo digan por parlantes antes del cine o la obra de teatro. El judaísmo no tiene templos físicos. El tiempo mismo es sagrado, como el día de Shabbat. Cuando las telecomunicaciones entiendan que el celular no es un juguete, una pistola de agua con que también jugamos los adultos, lo usaremos madura y sensatamente.

Agradezco profundamente la rara oportunidad de poder retroalimentar a VTR en torno a su rol constructivo en la vida cotidiana del judaísmo, y la mía propia; de poder decir lo que creo, lo que pienso, lo que siento, en la esperanza de que el futuro de su aporte a la comunicación sea en conjunto con los seres humanos que utilizamos los recursos tecnológicos que pone a nuestra disposición.

Y que esa mutualidad no sea en función de aumentar las ganancias, sino de servir. Eso, en el sentido más profundo, es el liderazgo.

Llego así al final. Liderazgo es servir. No es brillar tanto como empoderar a nuestro prójimo para el bien puro y desinteresado. Un líder debe tener el bien sincero como fin y la verdad como medio. Siempre. Un buen líder siempre es honesto, y va con la verdad por la vida. Confía en la verdad y en la paz. Nadie que se abandona a la hipocresía y al interés es un líder positivo; nadie quién manipule lo será tampoco. Liderazgo tiene más que ver con sembrar que con cosechar inmediatamente. Líder a menudo se nace, e incluye carisma. Y esa verdad, aunque contravenga muchos seminarios de liderazgo y auto-estima, es un hermoso recordatorio que no todos tenemos necesariamente que tener el mismo rol porque otros lo digan. Cualquier rol es digno, si sirve a Dios, es decir, a la vida que es luz y amor para todos los seres.

Muchas Gracias.

Rabino Roberto Feldmann
Mayo de 2006.

1 Comments:

Blogger AlbertoSamuel said...

Lo divino es el camino a la verdadera felicidad. si somos capaces de ligar nuestra vida a lo mágico y lo divino.. lo originario-genésico, las puertas que nos sacan de este entrampamiento economico se abriran.
Comparto mucho con este sabio que has citado padre. Creo que lo lindo está en llenar la vida de magia, de espiritualidad.

"Tomad Señor y recivid..."

25 julio, 2006 00:00  

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