Viaje a New York. I.-
He decido volver al aire de las crónicas en línea. Esto es comentar los sucesos a medida que se van produciendo y de esa forma transmitir mis pensamientos y emociones.
Tengo algunas cartas, que recupere de mi limpieza de Kardex, que debiera más bien llamarse limpieza de espíritu, donde releí cartas de mi padre, cartas de mi Nona, y algunas otras. Y de ahí salieron esas tres cartas que retranscribí, pero haré una pausa y dejare esas notas para después.
21 de septiembre día del equinoccio, fiesta de los druidas (los que quedan), día del operador radial (antiguamente se quedaba solo una radio de turno, y el resto de los trabajadores podían descansar todos juntos), y día de San Mateo. Patrono de mi nombre, del de mi padre, del de mi hijo, y una fiesta muy intima. De alguna manera este día es mió, y no lo es. Pero es algo muy especial.
Recibo en la mañana algunos saludos, no se que tan sinceros son en esa preocupación repentina por mi onomástico; pero se reciben igual. Que pensaran que uno celebra ¿?
Día escogido para ir con Cecilia, mi madre y Bernardita a la boda de Werner y Tatiana. Empaco de todo, porque el viaje me salio mixto, entre las lecturas un libro de recopilaciones del padre hurtado, otro con unos artículos de Ratzinger ahora papa Benedicto XVI; y mucha ropa para varias alternativas.
Decidí ir, por una razón muy sencilla, pero difícil de sostener en limpio. Porque era mí deber como hermano y más aun como hermano mayor, estar junto a mi hermana y a mi sobrino en un día muy importante de sus vidas.
También me ilusiono el poder recrear un espacio, ese momento que viví con Mateo y Bernardita, cuando junto a los nietos de entonces con cecilia los invitamos a Orlando. Además en New York, había estado dos veces especiales con Bernie, una a las doce cuando la pase a dejar a Washington, mas bien la envié en un avión tipo matchbox, un día que había caído nieve con balde, y luego la recogí de vuelta cuando mi mama la mando, y luego di con ella una vuelta en auto por Manhattan; y otra cuando compartí con ella como a los 19 talvez, unos días especiales de Padre e Hija.
Las razones porque no incluí, a Tomas, Daniel y Sebastián, fue primero por costo (en Marzo aun no entraba a VTR); después dude, y cuando trate de cambiar ya no pude hacer nada por ninguno tenia Visa.
Nos pasa a buscar una van, nos chequeamos en American Airlines, y gracias a la tarjeta de Advantage (un grado menos que el que tenia cuando arriesgaba mi vida todos los días), nos sentamos en una ubicación prime. Las primeras filas de económica, detrás de Business en un espacio mas privado. La comida pésima, de dormir muy mal, y solo la compañía de Cecilia la hace soportable. Delante de nosotros, mi madre duerme, se despierta como a las 2 AM, y la Bernie abre un ojo, mi mama la captura con un “Bernie que bueno que estas despierta” y ya no vuelve a dormir.
Aterrizamos en horario, yo mandón como siempre, recibo el titulo de Comodoro, y una petición que me ubique y no me pase de la raya en lo de dar instrucciones como si fuesen un grupo de Alitas.
Hacemos aduana, entregamos las maletas, una empleada nos dice que “no tenemos que hacer mas nada”, luego ingresamos de nuevo por seguridad, y la maquina de mi mama suena como tragamonedas con 3 frutillitas, sus rodillas con inspeccionadas con sensores especiales, y ella resiste estoicamente, como una Duquesa que viajara a un evento mas importante que las incomodidades del viaje...
Bernardita mucho mas madura, ha crecido un montón, es más mujer, mas madre. Buena compañera, generosa y desprendida. Sonrió y me complazco en mirarla.
Nos montamos en el vuelo a NY, como diría un venezolano, volamos súper bien. Yo empiezo a leer el libro del Padre Hurtado, y me acuerdo y recuerdo de mi primer retiro con el Padre cuyo nombre se me olvido, pero fue en Mejillones, y yo estaba en 4 Humanidades (no 4 medio). Llega de adentro lo que se lee, pero ya fue sembrado, y como desierto florido solo falta un poco de agua y brotan los sentimientos.
En New York, una vez mas, 3 meses después de mi Luna de Miel.
Me reporto con Valeria vía el móvil, y en Hertz arrendamos un muy necesario Ford Expedition, donde cabe todo, y nos dirigimos a Greenwich, CT. Me manejo con memoria en reversa por las autopistas la Hutchinson, el Whitestone Bridge, etc. 20 anhos bajando en ese aeropuerto, donde crecí como profesional en cada encuentro, donde también sufrí, no aprendí ni entendí, como madurar. Se parece al pregón de los Jaivas en las Alturas de Machu Pichu, aquí fui………….
El trabajo lo era todo y definía todo, y si yo daba lo mejor de mi, debía ser recibido a la altura de la ofrenda. Tarde comprendí, que el empleo es una decisión personal, que se hace en base a meritos objetivos, y no a fantasías ni cielos azules que uno mismo pinta. No supe, o no pude
Llegamos al Hotel, Hyatt Regency de Greenwich, gracias a Cecilia y Bernie, que descubrieron que Greenwich no es lo mismo que Old Greenwich. Las piezas no están listas y no a llegado nadie. El Hotel que conocí en una comida de IBM, tiene más anos menos glamour, pero esta bastante razonable.
En espera de un proper time, atacamos con decisión el buffet del Hotel. Como marabuntas tímidas pero resueltas.
De repente aparece Valeria, y su cara de felicidad, era el premio que coronaba cualquier decisión o discusión por ir o no. Estaba radiante, feliz, luminosa; di gracias por poder estar con ella y no fallarle.
Aparece un hermano de Werner padre, con el cual perdí una partida de ajedrez hace 20 años, y nunca me dio la revancha. También saludo al otro hermano, y a la abuela de Werner hijo, obviamente.
Valeria nos ayuda a que nos den una pieza, después de disparar un discurso como sigue “mi madre tiene 74 años, esta operada de ambas rodillas, y necesita una habitación ahora”. Ce le ton qui fair la musique, aparecen las dos habitaciones, y podemos dejar reservada la de Mateo que esta en Manhattan y llegara mas tarde.
Fin de la primera etapa.
He decido volver al aire de las crónicas en línea. Esto es comentar los sucesos a medida que se van produciendo y de esa forma transmitir mis pensamientos y emociones.
Tengo algunas cartas, que recupere de mi limpieza de Kardex, que debiera más bien llamarse limpieza de espíritu, donde releí cartas de mi padre, cartas de mi Nona, y algunas otras. Y de ahí salieron esas tres cartas que retranscribí, pero haré una pausa y dejare esas notas para después.
21 de septiembre día del equinoccio, fiesta de los druidas (los que quedan), día del operador radial (antiguamente se quedaba solo una radio de turno, y el resto de los trabajadores podían descansar todos juntos), y día de San Mateo. Patrono de mi nombre, del de mi padre, del de mi hijo, y una fiesta muy intima. De alguna manera este día es mió, y no lo es. Pero es algo muy especial.
Recibo en la mañana algunos saludos, no se que tan sinceros son en esa preocupación repentina por mi onomástico; pero se reciben igual. Que pensaran que uno celebra ¿?
Día escogido para ir con Cecilia, mi madre y Bernardita a la boda de Werner y Tatiana. Empaco de todo, porque el viaje me salio mixto, entre las lecturas un libro de recopilaciones del padre hurtado, otro con unos artículos de Ratzinger ahora papa Benedicto XVI; y mucha ropa para varias alternativas.
Decidí ir, por una razón muy sencilla, pero difícil de sostener en limpio. Porque era mí deber como hermano y más aun como hermano mayor, estar junto a mi hermana y a mi sobrino en un día muy importante de sus vidas.
También me ilusiono el poder recrear un espacio, ese momento que viví con Mateo y Bernardita, cuando junto a los nietos de entonces con cecilia los invitamos a Orlando. Además en New York, había estado dos veces especiales con Bernie, una a las doce cuando la pase a dejar a Washington, mas bien la envié en un avión tipo matchbox, un día que había caído nieve con balde, y luego la recogí de vuelta cuando mi mama la mando, y luego di con ella una vuelta en auto por Manhattan; y otra cuando compartí con ella como a los 19 talvez, unos días especiales de Padre e Hija.
Las razones porque no incluí, a Tomas, Daniel y Sebastián, fue primero por costo (en Marzo aun no entraba a VTR); después dude, y cuando trate de cambiar ya no pude hacer nada por ninguno tenia Visa.
Nos pasa a buscar una van, nos chequeamos en American Airlines, y gracias a la tarjeta de Advantage (un grado menos que el que tenia cuando arriesgaba mi vida todos los días), nos sentamos en una ubicación prime. Las primeras filas de económica, detrás de Business en un espacio mas privado. La comida pésima, de dormir muy mal, y solo la compañía de Cecilia la hace soportable. Delante de nosotros, mi madre duerme, se despierta como a las 2 AM, y la Bernie abre un ojo, mi mama la captura con un “Bernie que bueno que estas despierta” y ya no vuelve a dormir.
Aterrizamos en horario, yo mandón como siempre, recibo el titulo de Comodoro, y una petición que me ubique y no me pase de la raya en lo de dar instrucciones como si fuesen un grupo de Alitas.
Hacemos aduana, entregamos las maletas, una empleada nos dice que “no tenemos que hacer mas nada”, luego ingresamos de nuevo por seguridad, y la maquina de mi mama suena como tragamonedas con 3 frutillitas, sus rodillas con inspeccionadas con sensores especiales, y ella resiste estoicamente, como una Duquesa que viajara a un evento mas importante que las incomodidades del viaje...
Bernardita mucho mas madura, ha crecido un montón, es más mujer, mas madre. Buena compañera, generosa y desprendida. Sonrió y me complazco en mirarla.
Nos montamos en el vuelo a NY, como diría un venezolano, volamos súper bien. Yo empiezo a leer el libro del Padre Hurtado, y me acuerdo y recuerdo de mi primer retiro con el Padre cuyo nombre se me olvido, pero fue en Mejillones, y yo estaba en 4 Humanidades (no 4 medio). Llega de adentro lo que se lee, pero ya fue sembrado, y como desierto florido solo falta un poco de agua y brotan los sentimientos.
En New York, una vez mas, 3 meses después de mi Luna de Miel.
Me reporto con Valeria vía el móvil, y en Hertz arrendamos un muy necesario Ford Expedition, donde cabe todo, y nos dirigimos a Greenwich, CT. Me manejo con memoria en reversa por las autopistas la Hutchinson, el Whitestone Bridge, etc. 20 anhos bajando en ese aeropuerto, donde crecí como profesional en cada encuentro, donde también sufrí, no aprendí ni entendí, como madurar. Se parece al pregón de los Jaivas en las Alturas de Machu Pichu, aquí fui………….
El trabajo lo era todo y definía todo, y si yo daba lo mejor de mi, debía ser recibido a la altura de la ofrenda. Tarde comprendí, que el empleo es una decisión personal, que se hace en base a meritos objetivos, y no a fantasías ni cielos azules que uno mismo pinta. No supe, o no pude
Llegamos al Hotel, Hyatt Regency de Greenwich, gracias a Cecilia y Bernie, que descubrieron que Greenwich no es lo mismo que Old Greenwich. Las piezas no están listas y no a llegado nadie. El Hotel que conocí en una comida de IBM, tiene más anos menos glamour, pero esta bastante razonable.
En espera de un proper time, atacamos con decisión el buffet del Hotel. Como marabuntas tímidas pero resueltas.
De repente aparece Valeria, y su cara de felicidad, era el premio que coronaba cualquier decisión o discusión por ir o no. Estaba radiante, feliz, luminosa; di gracias por poder estar con ella y no fallarle.
Aparece un hermano de Werner padre, con el cual perdí una partida de ajedrez hace 20 años, y nunca me dio la revancha. También saludo al otro hermano, y a la abuela de Werner hijo, obviamente.
Valeria nos ayuda a que nos den una pieza, después de disparar un discurso como sigue “mi madre tiene 74 años, esta operada de ambas rodillas, y necesita una habitación ahora”. Ce le ton qui fair la musique, aparecen las dos habitaciones, y podemos dejar reservada la de Mateo que esta en Manhattan y llegara mas tarde.
Fin de la primera etapa.
1 Comments:
Quedamos agotados al revivir el fin de semana, valiente, yo todavia no puedo empezar a resumirlo, tal vez para el final de esta semana los recuerdos esten un poco mas calmos
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